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Cuidado de la casa común ¿Cuál es nuestro papel como creyentes?

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Los católicos de la Arquidiócesis de Bogotá estamos llamados a conocer las maravillas de la creación que Dios puso en nuestras manos para admirarlas y protegerlas por el…

Uno de los aspectos que marcan el ser y hacer de ser católico, de ser discípulo misionero, es asumir la responsabilidad de cuidar la casa común. En nuestro caso, la casa a la que nos referimos no es solo el territorio de la Arquidiócesis de Bogotá (la parte oriental de la ciudad y los 11 municipios de oriente), sino toda la región capital. Ser jardineros del pedacito de Edén que Dios nos ha confiado es una tarea de todos los creyentes.

Por esto, y en la coyuntura del fuerte Fenómeno del Niño y ante los debates sobre el crecimiento de la ciudad, la protección de los ecosistemas en la ciudad y la pregunta por la felicidad de los ciudadanos, se organizó, el 14 de marzo, la tercera edición de “Diálogos en la ciudad” en las instalaciones de la Capilla de la Universidad Nacional, con el objeto de conocer y reflexionar sobre el llamado que tenemos los habitantes  de Bogotá para el cuidado de los recursos naturales en armonía con la encíclica Laudato Si del papa Francisco.

Se contó con la presencia de Gustavo Wilches-Chaux, abogado, exdirector regional del SENA y de la Corporación NASA KIWE. Consultor independiente, profesor universitario, fotógrafo y escritor de varios libros como El Universo amarrado a la pata de la cama y En el borde del caos, Gustavo nos deleitó con su relato alrededor de las fotografías de Bogotá y su inmensa riqueza hídrica que le permite ser la megaciudad que es.

En efecto, Bogotá no solo cuenta con el páramo más grande de toda la galaxia, el páramo de Sumapaz, sino también con un sistema hídrico y pluvial gracias a su cercanía con el Orinoco y el valle del Magdalena. El profesor Wilches-Chaux es un convencido defensor de los derechos de los ríos, los humedales, los cuerpos de agua a ser lo que son: río, humedales, lagos y lagunas, y no canales o piscinas. Esto se traduce en la importante tarea de planear el territorio, de que la ciudad, crezca en función del agua, respetando los ríos y cañadas para que ellos, y sus aguas, nos respeten a nosotros.

Parte de la dificultad de ignorar los derechos del agua, de construir ignorando la memoria de los ríos y humedales tiene que ver con que no reconocemos el orden del caos de la naturaleza. Desconocemos que en los meandros del río, en su los relámpagos, en las formas de las nubes, en las raicillas de las leguminosas, en las plantas que crecen en los lugares más insospechados de nuestra ciudad hay un orden, una lógica, unas normas que nos es preciso conocer, admirar y respetar.

Por su parte Victorino Pérez, doctor en teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, especialista en  misterio de Dios, diálogo interreligioso y ecoteología dividió su presentación en tres partes:

  1. ¿Qué significa cuidar la creación según la fe bíblica y judeocristiana?
  2. ¿Cuál es nuestro papel ante la creación amenazada?
  3. ¿Cómo aplicar la carta Laudato Si en nuestra ciudad/región?

Llama la atención cuán claramente reconoce a Jesucristo como un ecologista, para esto basta leer los Evangelios desde esta perspectiva. Sugestiva invitación ¿No? Por ejemplo, en el pasaje de Jesús en el desierto, además de pensar en las tentaciones, debería comprenderse la increíble relación de armonía y equilibrio de un hombre viviendo 40 días en un desierto con sus días de calor intenso y sus noches con temperaturas bajo cero. Aprender de la higuera, ver a los pájaros que no siembran ni cosechan, contemplar a los lirios en los campos son solo muestra de que el Evangelio es más "verde" de lo que se cree.

or lo tanto, nuestro papel como seguidores de Jesucristo es borrar siglos de visión antropocéntrica, de la división esquizofrénica entre mente y corazón para pensarnos de manera más global, holística y en relación. En esta profunda conversión de mentalidad, en esta metanoia, San Francisco de Asís y el papa Francisco dan grandes e importantes claves.

En efecto, el papa Francisco en su encíclica Laudato Si, denuncia el debacle ambiental al que nos estamos acercando por la ambición y el crecimiento desmedido, sin importar que los que más sufren los impactos de la destrucción de la naturaleza son los más pobres. Y en esto, las ciudades son escenarios indiscutibles de explotación, segregación y ruptura con la creación.

Si quieres leer más, descarga la entrevista a Gustavo Wilches - Chaux y la ponencia de Victorino Pérez, publicadas en la Revista Faro No. 1.